¿PREPARADOS? ¿LISTOS? ¡DA IGUAL!

Pongamos que llevas un tiempo formándote para ser maestro de instituto. Unos añitos para sacarte el grado, el certificado de inglés (¡C1!) y quizá el C.A.P. si esto ha sido una ocurrencia tardía. Consigues tu plaza en lo público o el enchufe en lo privado (¡Yay!), preparas material didáctico para dar tres cursos y entras en tu nueva aula con toda la ilusión (si no, mal vamos). 25-30 jóvenes te observan fijamente, deseando comprobar de qué manera vas a complicarles una vida que ya les pesa bastante de por sí.

Entonces te das cuenta de que a toda esa preparación le falta un pequeño detalle, porque no tienes ni idea de cómo gestionar una horda de adolescentes que ya te tenían ganas antes de conocerte. ¿Te centras en el tema y pasas de ellos? ¿Tratas de ganártelos haciéndote el majo? ¿Y si te quitas de complicaciones y les controlas a través del miedo?

Ahí van los 3 caminos más comunes cuando un novel se lanza en este deporte de riesgo y ninguno ofrece nada positivo a esos pobres que dependen de ti. Si hay que aprobar un examen tras otro con contenidos que apenas rozan tangencialmente la práctica docente, es incomprensible que no se incluya y exija formación vivencial específica para acompañar a tu puñado de adolescentes que, al fin y al cabo, solo quieren pertenecer.

Las certificaciones de Disciplina positiva están preparadas precisamente con el fin de ser dinámicas y brindar tanto herramientas como la mentalidad equilibrada que demanda esa etapa evolutiva tan particular. Las hay hasta de aula. Se puede, se necesita, pero no se hace. ¿Por qué? ¿Te pondrías en manos de un cirujano sin ningún tipo de práctica?


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Por Carlos A. Bustos

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DUDA