
SOLO SOY
Visto de indiferencia
y blando cruel sarcasmo,
aprendí que mostrarme
hacía de mí el blanco.

¿PREPARADOS? ¿LISTOS? ¡DA IGUAL!
Pongamos que llevas un tiempo formándote para ser docente de instituto. Unos añitos para sacarte el grado, el certificado de inglés (¡C1!) y quizá el C.A.P. si esto ha sido una ocurrencia tardía. Consigues tu plaza en lo público o el enchufe en lo privado (¡Yay!), preparas material didáctico para dar tres cursos y entras en tu nueva aula con toda la ilusión (si no, mal vamos). 25-30 adolescentes te observan fijamente, deseando comprobar de qué manera vas a complicarles una vida que ya les pesa bastante de por sí.

DÍSELO
Si no sabes qué decirle a tu hijo, cuéntale cómo eras tú a su edad. Comparte con él tus ilusiones, tus decepciones y tus logros; hasta llegar al más importante, él mismo.

QUÉ ME CUENTAS
Dicen por ahí que el placer de la lectura se está perdiendo. Yo hago mi parte por evitarlo, voy sumergido en la historia de turno hasta cuando paseo por la calle. Los libros son una parte esencial de mi autocuidado y procuro tener uno de repuesto para el momento agridulce de pasar la última hoja y despedirme de los personajes a los que he acompañado en su viaje del héroe.

CASTIGOS, ¿sí o no?
¿A quién no le han castigado nunca?
Puede que entendieses que “era por tu bien”. Puede que te enfurecieses como un volcán o llorases desconsoladamente. Lo que seguro que pensaste fue: “a la próxima no me pillan”.
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